Mientras escucho la última canción que he compuesto, pienso en todas las personas que la han escuchado estos dos días en los que lleva en el aire. Personas a las que conozco en mayor o menor medida, pero todas ellas con algo en común: un sentimiento auténtico hacia mí. Me han escuchado porque les ha apetecido y no me piden nada a cambio. Al contrario, su implicación puede beneficiarme a mí, al compartir mis canciones, al pulsar el botón de “me gusta” o suscribiéndose a mi canal de youtube.
Mis sinceros agradecimientos a todos ellos.
Es curioso cómo al compartir algo tan íntimo con otras personas, que no siempre son las más cercanas, puedes llegar a imaginar lo que cada una de ellas puede pensar o sentir en ese momento. Esta noche he tenido un sueño precioso. Desde pequeña me ha gustado soñar, recordar los sueños, interpretarlos, y por qué no, jugar con ellos. Para mí es la otra cara de la misma realidad. Lo que se vive en los sueños se siente con la misma intensidad que con los ojos abiertos. La diferencia es que cuando despiertas todo ha acabado. Lo bueno y lo malo.
Una de las personas que tal vez haya intuido mis sentimientos a través de mi canción, ha querido acompañarme en mi sueño de ayer por la noche. Tal vez promovió un encuentro fortuito en la otra dimensión (es posible que lo pueda confirmar), acercándose a mí y acogiendo mi cabeza en su pecho. La sensación de bienestar fue tan impactante que me despertó de un sobresalto. A través de su pecho recibía una especie de luz intensa en mi cuerpo que inconscientemente, yo creo que impulsada por el miedo a lo desconocido, me hizo soltar un gemido. Al mismo tiempo que alzaba la mirada, asustada, para observar lo que querían decirme sus ojos, me daba un beso.
La verdad es que ha sido una experiencia muy vívida y significativa. Me siento afortunada al poder recibir mediante los sueños los deseos sinceros de las personas que a su manera sienten cariño hacia mí.
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