De vuelta a casa

27.02.2014 11:07

Me encantan los paseos nocturnos de vuelta a casa. Aunque sea la hora de cenar y sé con total certeza que no tendré la cena preparada, no siento prisa. La tranquilidad de la noche me acompaña, y al contrario de cuando paseo de día, mi paso es relajado. Una paz absoluta me invade. Miro al cielo y trato de buscar la luna. Mi luna. Cuando le toca esconderse tras los edificios de la ciudad no consigo localizarla, pero puedo observar la difuminada luz que se expande a su alrededor. Sé que está ahí. Sonrío.

Las estrechas calles peatonales me indican que estoy entrando en el corazón de mi barrio. Me cruzo con muy pocas personas; posiblemente tantas como perros que salen de paseo con sus dueños, mientras éstos aprovechan para dar unas caladitas a un cigarrillo, o simplemente hacen esa llamada personal que suena mejor cuando no hay nadie alrededor que oiga su tono de voz atípicamente cálido.

La plaza está iluminada pero vacía. Recuerdo el alboroto habitual durante el día, especialmente cuando los niños salen del colegio. Las mascotas se suman a los juegos. Sonrío al pensar la aventura que supone cruzar esa plaza sin que un niño despistado se choque contigo o recibas un pelotazo. Con los perros no suele haber incidentes, ya que al regirse por el instinto, rara vez chocarán contigo por sorpresa.

Me quedan muy poquitos metros para llegar al portal y todo sigue en calma. Al final de la calle se asoma un incipiente tráfico, un pequeño afluente que emite un suave susurro que sabes que irá a parar al gran río, el gran tráfico de la ciudad. Alzo la mirada para observar la vista de mi ventana. Las persianas están subidas, tal como las dejé a primera hora de la mañana. Me fijo en las cortinas y río al pensar que no se ven los bajos que arreglé artesanalmente. Todo un logro. Desde el interior crea un efecto abombado en la parte inferior de la tela, y al ser de motivos florales siempre he pensado que queda muy natural.

Busco mi jirafa colorada en el bolso. Palpo el hilito rojo que sujeta las llaves; vuelvo a pensar que algún día se romperá. Abro la puerta del portal y procuro acompañarla al cerrar. Sin ruidos, como a mí me gusta.
 

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