La carta que nunca envié

02.10.2013 16:08

Por pura casualidad, he encontrado entre mis ficheros una carta que nunca llegué a enviar...

"Es todo tan complicado… Intento recordar lo que leí en mi último libro “Inocencia radical” sobre lo que le sucedía a la autora mientras disfrutaba de la compañía de la persona a la que quería. No disfrutaba de su deseo hecho realidad porque su mente estaba preocupada en pensar que tal vez algún día desaparecería de su lado… ¿Qué absurdo verdad? Pero así es cómo funcionamos.

Cuando compartimos esos escasos momentos en los que no consigo dar lo mejor de mí, pienso en por qué no puedo disfrutar de lo que en el fondo quiero, que es estar contigo. La respuesta siempre llega disfrazada de miedo. Miedo a no escuchar palabras de amor, miedo a escuchar palabras de indiferencia, miedo a darlo todo por perdido y miedo a mi vuelta a casa, rendida, sin ninguna esperanza de amor a la que aferrarme. Mi gran miedo de tener que renunciar al amor por amor.

Han pasado casi 10 meses y valoro el gran esfuerzo que estás realizando para liberar tu corazón. Entiendo que mi persona y sobre todo la relación que tienes conmigo, sea la pieza angular de tu desenlace emocional, pero me pregunto: ¿cuál es el precio que debo pagar?

Me necesitas, sin duda alguna. Pero me necesitas para liberarte, nada más. No soy tu objetivo, no soy tu meta. Sólo soy la persona que puede ayudarte a salir de esta angustia, como podía haber sido otra cualquiera en mi lugar. Y no me es suficiente. No me es suficiente para morir y resucitar continuamente.

No busco promesas de amor porque sólo podrían ser falsas. No busco declaraciones de amor porque los cuentos de hadas no existen. Sólo busco un sentimiento de amor, incondicional, inexplicable, que te haga vibrar con mi presencia y me haga estremecer en tus brazos. Mutuo y sincero.

No estoy segura de que el amor incondicional y romántico exista más allá de las historias de ficción. Me entristece profundamente no poder demostrarles a mis hijos que el amor de verdad pertenece a nuestro mundo y que puede ser eterno. Es lo más triste que puede sucederle a un niño, darse cuenta de que lo que el futuro emocional le depara no es lo que se vive en las películas románticas y en los cuentos de hadas. Y si persiste en la búsqueda de un referente que le demuestre lo contrario, es posible que muera en el intento."

 

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