¿Por qué a veces somos tan crueles si no estamos suficientemente informados de si estamos en lo cierto o no? Ayer leí una noticia en un foro que dejaba por los suelos a una periodista que presentaba un programa informativo. Lo que llamó mi atención fue que los comentarios de los usuarios del foro eran realmente crueles, así que me interesé en el contenido de la noticia.
Resulta que la periodista entrevistó a un invitado en torno al incidente que tuvo lugar en el “Museo del Calamar”, en Galicia, debido al reciente temporal de olas. La mujer preguntó si en el museo había calamares vivos. Pues bien, empezando por el canal que emitió la noticia, y acabando por los participantes del foro, se habían literalmente “cebado” con esta periodista por haber hecho esta pregunta.
Ante mi ignorancia, pensé al igual que la presentadora, que no sabía si era posible que en un museo hubiera animales vivos. Lo consulté inmediatamente en internet y descubrí que efectivamente era posible que en los museos exhibieran animales vivos. De hecho era bastante habitual.
Volví a leer los comentarios tan crueles y me quedé pensativa. No sabía si responderles a todos con otro comentario diciéndoles que por favor se informaran debidamente antes de ser crueles con alguien. Creo que nadie merece ser desacreditado/a por culpa de nuestra ignorancia. Creo que es crucial que tengamos una opinión propia y no limitarnos a seguir a las masas sólo porque sí.
La verdad no siempre está en la mayoría. Deberíamos ser más críticos, cuestionarnos las cosas, informarnos hasta tener nuestra propia opinión, hasta sentirnos satisfechos e independientes. Pero atención… la opinión ajena no es “información”, es sólo “opinión”, y no debemos hacerla nuestra sin saber por qué la hacemos nuestra y sin saber si realmente estamos de acuerdo con ella.
La información es objetiva, precisamente todo lo contrario a la opinión. No es lo mismo conocer los hechos concretos de un crimen que conocer la opinión que diversas personas pueden tener del mismo crimen. La información siempre será única y se conformará de los hechos objetivos y datos evidentes que se conocen sobre el hecho concreto. La opinión nunca será única. Dependerá de cada persona, de sus circunstancias, de su educación, de sus experiencias, de multitud de variables que hacen que no existan dos opiniones exactamente iguales… salvo que nos dediquemos a robar opiniones ajenas y a hacerlas nuestras. Entonces sí serán idénticas y probablemente llegarán a ser mayoría, pero no estarán en lo cierto. Nunca estarán en lo cierto. Las opiniones sólo son verdades a medias, verdades relativas, verdades personales a veces convertidas en colectivas, pero nunca serán verdades absolutas.
Por favor, tengamos un poco más de criterio, no seamos cómodos, esforcémonos en investigar, en informarnos por nuestra cuenta. Tengamos una opinión propia, nuestra verdad a medias, pero que sepamos perfectamente por qué y cómo está formada; que si alguien nos pregunta por qué pensamos así, seamos capaces de explicárselo con argumentos objetivos adaptados a nuestra propia realidad. Que el receptor pueda ponerse en nuestra piel y comprender nuestro razonamiento, aunque no necesariamente lo comparta. Si nuestro razonamiento contiene pocos datos y muchos insultos… las cosas no van bien. Nos convertimos en poca cosa, en seres con poca credibilidad y marcadamente limitados. En tres palabras, “no aportamos nada”.
Y por favor, no seamos crueles con las personas que muestran el coraje de cuestionarse las cosas mientras nosotros permanecemos aferrados a nuestra ignorancia.
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