¡La chispa de la pasión no está extinguida! Es una muy buena noticia para mí. Nunca sabemos dónde y cómo podemos volver a sentir el momento mágico. En varias ocasiones he escrito sobre “el momento mágico”, incluso compuse una canción hace casi un año, que sigue siendo una de mis preferidas y la primera que canto cada vez que cojo la guitarra.
El momento mágico. Es el sentimiento más bonito e intenso que jamás he sentido. Estos días he pensado mucho sobre ello y sobre la importancia que este sentimiento tiene para mí. ¡Que el apego y la dependencia emocional se vayan a tomar vientos frescos! ¿Quién quiere sufrir en una relación destinada a morir? Vivamos la intensidad de los momentos, sin expectativas, sin pasados y sin futuros.
Primero un cruce de miradas. Después una sonrisa. De ahí una conversación sin sentido, sin saber qué palabras escoger. Sus ojos clavados en los míos, sin fin, profundos, entregados a la eternidad del momento. La sensación de no poder mantener la distancia entre ambos. Una invasión de mi esencia que me hace vulnerable, inevitablemente vulnerable. El sentir que él es cómplice de mis emociones; el saber que yo soy cómplice de los suyos. Ha sucedido. Cuando sucede no hay nada que pueda hacerse. Lo que deba ocurrir inevitablemente ocurrirá tarde o temprano.
Entonces es cuando el espacio a mi alrededor desaparece, todo en torno a mí se diluye. De pronto me siento abrumada, confundida. No sé dónde estoy, qué me sucede, sólo puedo sentir. Mi mente se bloquea. Algo dentro de mí despierta, comienza a darme golpecitos para que actúe, sin más, sin pensarlo. Me lleno de una energía inexplicablemente intensa que no me deja hablar, no puedo concentrarme. Sólo puedo sentir y sentir y sentir. Sólo puedo pensar: “por este sentimiento soy capaz de morir”.
Hoy he decidido cuál será mi ecuación del amor. En una ecuación siempre hay alguna incógnita que despejar. Creo que he despejado la mía. Tal vez necesitaba volver a experimentarlo para darme cuenta de lo que quiero para mí. No quiero una vida desequilibrada. Quiero momentos desequilibrados. Quiero agarrarme a los momentos que hacen que me sienta viva, ardiente, apasionada, y disfrutarlos. No quiero reemplazar mi vida equilibrada y feliz por algo que me desestabilice. Quiero enriquecer mi vida equilibrada y feliz con momentos mágicos y eternos. Momentos que me roban el alma y me mantienen más viva que nunca, con la única certidumbre de que sé que volverán. Sólo porque vienen y van sé que siempre existirán.
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