Películas que nos hacen reflexionar

16.06.2014 17:36

Ayer por la noche volví a ver la película “A tres metros sobre el cielo” de Mario Casas y María Valverde. La última vez que la vi, hace sólo unos meses atrás, me removió todo lo que se puede remover en una persona: recuerdos, emociones, esperanza, ilusión, tristeza, alegría, resignación, decepción, romanticismo y rabia. Creo que si escogiéramos al azar cualquiera de estas palabras, y nos obligaran a escribir un comentario de texto en torno a la película, cualquiera de ellas describiría perfectamente algún aspecto esencial de la historia.

No es bueno aferrarse únicamente a nuestras propias experiencias, ya que juzgaremos el guión de forma sesgada. Claramente no se narra una historia de amor ejemplar, pero para quienes han sufrido la indiferencia, egoísmo y falta de amor incondicional por parte de sus parejas, este tipo de relaciones son una auténtica maravilla: un chico protector (aunque excesivamente), incondicional, romántico, atractivo, puro como las mismísimas emociones (aunque en bruto)… que apenas cinco minutos después de haberse despedido busca escuchar de nuevo la voz de ella, sólo porque la echa de menos.

Pero ni tanto ni tan calvo. No queremos vivir con el miedo a ser agredidos por alguien que no es capaz de controlar sus emociones. Cuando las emociones son consonantes y estamos en armonía, todo es exageradamente precioso, pero si ese poderoso encanto se vuelve negativo y en nuestra contra… que Dios nos coja confesados. Chicos y chicas: abramos nuestra mente. No juzguemos los guiones romanticones desde el prisma de nuestras vivencias, y mucho menos desde nuestro sufrimiento.

Los extremos hay que disfrutarlos de forma temporal y controlada. Para eso está la adolescencia, y por qué no, las locas aventuras con punto final. No prolonguemos en el tiempo lo que sabemos a ciencia cierta que nos traerá problemas y sufrimiento. No saltemos de un extremo a otro.

El amor sano es aquel que nos hace ser mejores personas, nos permite crecer de forma natural, sin pedir permiso y sin apenas darnos cuenta. Nos acaricia en los mejores momentos y nos abraza en los peores. Esto va para los que todavía no saben lo que significa el amor. Quien nos abandona en los peores momentos no nos merece, se convierte en un ser diminuto. Y si alguna vez vuestra pareja os dice… “el otro día me acordé de ti porque…”  ¡Por Dios! ¿Cómo que “el otro día me acordé de ti”? ¿Acaso soy el canario del vecino que de vez en cuando pasa por tu mente…? ¡Soy tu novia! Y es en ese fatídico momento cuando nos volcamos en Mario Casas y sus llamadas telefónicas, sus intrusiones en casa de ella y su sonrisa picarona.

Por cierto, esta noche echan la continuación, “Tengo ganas de ti”. A disfrutar.
 

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