A las puertas de un nuevo viaje a tierras rusas. Así me siento esta mañana de sábado. Me invade el deseo de aprovechar al máximo cada minuto que me queda por estar en casa, con mi sol, con mi música, con mis letras. Deseo pasear por todos los lugares que me encantan de Barcelona. Sin embargo, a falta de tiempo y con la necesidad de dedicarme a otros placeres como la música y la escritura, no podré hacerlo.
Por otra parte estoy feliz porque si todo va bien, éste será mi último viaje de trabajo, después de cinco años dando vueltas por el mundo, mes a mes, de avión en avión, de frío a calor, de la pobreza a la riqueza. Sin duda alguna han sido los años más enriquecedores de mi vida y de los que me sentiré eternamente orgullosa, por haberlos disfrutado, por haberlos exprimido, por habérmelos pateado como si no hubiera un mañana. Un regalo de la vida.
Mi alma aventurera y mente inquieta me mantendrán dando vueltas por el mundo, aunque en mi tiempo libre. Esperaré ansiosa esos días en los que el tiempo se para y las piedrecitas del camino se vuelven diamantes. Tantas tierras por explorar y millones de rinconcitos por sentir. Cuando pienso en las próximas vacaciones me vienen dos cuestiones a la cabeza: no sé si tendré compañero de viaje, lo que no estaría mal... Por otra parte, comienzo a añorar mis aventuras en solitario, como si estuvieran llegando a su fin. La verdad es que me encantaría continuar viajando sola, aunque sea por un periodo más corto, sólo por el amor que me tengo y por la felicidad inmensa que me impregna cuando alcanzo un nivel tan elevado de complicidad conmigo misma. Entiendo que para las personas que jamás han viajado solas es una locura tan sólo el hecho de planteárselo. Lo veo claramente a mi alrededor. Eso... amigos y amigas... me hace aún más feliz.
Esta semana la vida me ha enseñado que todo lo que deseamos existe. Es una gran noticia. En una época estuve harta de escuchar que lo que yo buscaba (por ejemplo, en una pareja) no existía. Un argumento patético para autojustificar actitudes y sentimientos miserables echando la culpa a la otra persona. Todo lo que deseamos existe y lo único que debemos hacer es desearlo con la completa convicción de que lo vamos a encontrar. A eso se le llama alinearse con el corazón, dejarnos el alma en cada sueño, sin rendirnos ante lo que otros seres se atreven a sentenciar. Esta semana he aprendido que el mejor regalo que nos puede hacer la vida es la libertad... y que la libertad sólo se obtiene cuando somos libres de cualquier tipo de dependencia emocional.
Quiero matizar que ser libres de cualquier tipo de dependencia emocional no significa no tener relaciones, ni vínculos emocionales. Lo que significa es que no dependemos de ellos para ser felices, y que si ese vínculo se rompe o se deteriora, nos reuniremos con nosotros mismos en la oscuridad de nuestro hogar, tal vez bajo la luz de las velas, derramaremos algunas lágrimas, tal vez pasemos la noche en vela, pero nos levantaremos al día siguiente, nos acercaremos a nuestro espejo de la verdad (normalmente está situado en el baño) y nos dedicaremos una sonrisa. ¿Por qué? Porque la imagen que vemos en el espejo sigue estando allí, una vez más, para escucharnos, para consolarnos, para animarnos. Nunca nos fallará.... ni el día en que nos vayamos de este mundo. (Pensadlo durante unos minutos).
Esta semana me topé en la vida con otro yo que me transmitió los mensajes que ya había olvidado. Me recitó los valores de la vida y los principios de pareja tal y como yo los añoraba. Me hizo sentir que los cuentos de hadas y las películas americanas de final feliz son una opción a escoger si dos personas así lo desean. El deseo de una persona tiene un poder brutal de conquista, pero el deseo aunado de dos personas es imbatible. No existe herramienta ni maldad en esta vida que pueda romper la historia construida a cuatro manos y dos corazones, cuando existe una ilusión compartida entre ambos. Creo que la clave está en que la ilusión que se comparte y se desea sea lo suficientemente "peculiar" como para no poder soñarlo junto a otra persona. Eso nos convierte en especiales, únicos e indivisibles.
Soñad a lo grande y construid ilusiones... cuanto más inalcanzables mejor... porque cuando encontréis a la persona con quien poder compartirlas... es probable que sea única.
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